domingo, 4 de octubre de 2009

::::: nueva vidriera en PALERMO ::::

Cambiado el contexto, añadido el ruido de la vida, la obra siempre se verá afectada, se dejará ver mejor o esconderá su sentido o adoptará otro.

R.C.
Foto destacado
Carla Rey y una nueva gestión
La galerista y el kinesiólogo

El arte, como obra del espíritu y de la mente, puede tener algo que ver con la curación. Por ahí va el último proyecto colaborativo de la galerista Carla Rey con el Dr. Ricardo Papastavros, kinesiólogo de la clínica REKIOS, que significa "rehabilitación kinésica osteopática".

REKIOS
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La galerista, el kinesiólogo y lo espiritual en el arte y la curación

por Roger Colom

Todas las culturas, en todos los continentes menos en la Antártida, tienen imágenes terapéuticas o que ayudan de alguna manera en la curación, excepto entre los iconoclastas: pero en el judaísmo, por ejemplo, hay palabras que sirven esta función, palabras escritas que aunque no son imágenes, en algún momento, con mucha fiebre, se podrían tomar por dibujos.

Se piensa, se sabe ya, que el espíritu, la mente—arriesgo: el alma—o como quieran ustedes llamarlo, juega un papel importante en la curación de dolencias físicas. Que no termine de estar claro cómo funciona, ya es otra historia. Mientras tanto, cabe ir probando. El arte, como obra del espíritu, de la mente, etc., puede tener algo que ver, entonces, con la curación. Y no dudo de que por ahí va el último proyecto colaborativo de la galerista Carla Rey, esta vez con el Dr. Ricardo Papastavros, kinesiólogo de la clínica REKIOS, que significa "rehabilitación kinésica osteopática".

Las galerías—como cubos blancos o como espacio industrial recuperado—intentan una cierta neutralidad al exponer. La idea es darle cancha a las obras para que digan lo que tienen que decir con las menos interrupciones posibles. Poner esas obras en un contexto de vida real, en la calle, en la plaza, en una casa, una habitación de hotel o de telo, en las oficinas de una multinacional, en una fábrica recuperada o en un consultorio médico, ya es otra cosa. Y no importa el tipo de obra, puede tratarse de una pintura, de video, de una instalación o de una performance. Cambiado el contexto, añadido el ruido de la vida, la obra siempre se verá afectada, se dejará ver mejor o esconderá su sentido o adoptará otro.

En un consultorio, con su tráfico de personas dolientes y/o preocupadas, el arte puede pasar desapercibido o puede cambiar el ambiente (de manera abierta o subrepticia) de tal forma que facilite la curación. Por eso Carla, cuando llegó al consultorio de Ricardo con un montón de obras, con la ayuda del pintor Adrián Paiva, dejó que fuera Ricardo quien se dejara llevar por la intuición y decidiera dónde iría cada una. Carla tiene ese dejar hacer a los demás que muchas veces permite la expresión donde no la había. En el orden en que las apunté en mi cuaderno, las obras son de Analía Werthein, Adrián Paiva, Pablo Lehmann, Marcelo Boullosa, Julio Lepez, Juan Carlos Romero, Carla Rey, Teresa Pereda y Sara Slipchinsky.

Para el Dr. Papastavros esto de colgar arte de verdad en su consultorio resultó una novedad, también un dejarse llevar por la conversación, por la interacción con sus amigos y pacientes. Lo mínimo que puede suscitar una obra de arte es la conversación.

Ricardo Papastavros me contó que su padre fue un griego que luchó en la Segunda Guerra Mundial, que sufrió con el encarcelamiento la llegada de la derecha política al poder en su país, que cuando pudo llegó, enfermo, con problemas psíquicos a la Argentina y que ya aquí, le dijeron que si se quería curar debía irse al norte. Se fue a un pueblito de la provincia de Chaco. Ahí se casó con la mujer que le enseñó a hablar español. Ricardo cuenta que no había, transcurridos los años, nadie tan argentino como su padre, que adoptó las costumbres locales y se entregó con pasión a su nueva vida.

Dice Ricardo que cuando estaba por irse de casa camino de la facultad de Corrientes, su padre le contó una historia de un cóndor cuyo huevo había sido colocado entre los demás huevos de una pava. Fuera de la cáscara, el cóndor aprendió a imitar el comportamiento de sus hermanos pavos, hasta que un día vio una sombra en el suelo, la de otros cóndores que sobrevolaban en sitio donde él estaba. Levantó la cabeza, intentó echar a volar, pero inmediatamente se vio azuzado por la pava, que lo obligó a bajar la cabeza, como sus hermanos y seguir buscando comida en el suelo. La moraleja de esta fábula era, según el padre de Ricardo, que si toca volar, hay que volar.

Ricardo siempre ha comprendido este cuento como una invitación a la aventura. Y la ha usado como guía durante su vida. Así se gastó los ahorros en abrir su consultorio. Así también, partiendo de sus conversaciones con Carla Rey, decidió que sería bueno arriesgarse poniendo algo de arte contemporáneo en su consultorio. Volar siempre ha sido una metáfora del conocimiento y del riesgo, físico o espiritual. Tenemos el ejemplo de Ícaro en mitología griega, pero también el de la Merkavah, el carro de fuego en el que el patriarca Henoch fue transportado al cielo, donde se transformó en un ángel.

La ciencia ha hecho todo lo posible, desde el siglo XVII en adelante, para separar conocimiento y espiritualidad. Muchas instituciones religiosas operaron en la dirección contraria, queriendo contener el conocimiento dentro de una espiritualidad a menudo anquilosada. El arte no ha cedido. Recordemos que durante el siglo XX, los pintores abstractos, y más los expresionistas abstractos, siempre hablaban de espiritualidad en el contexto de su arte. Y no olvidemos que una buena parte de las prácticas contemporáneas parten de situaciones personales o comunitarias de las que si se excluye lo espiritual, no queda gran cosa.

Y esto es para volver al principio. La curación, y por ende la medicina, tiene un componente espiritual, o mental. Tiene algo de encuentro de fuerzas (y no me estoy poniendo supersticioso, ¿eh?) que no conocemos. Ricardo encuentra que su consultorio es, por lo menos, un sitio más interesante, donde se está mejor, gracias a las obras que ha puesto en él, surgida la necesidad de hacerlo de sus conversaciones con Carla.






ricardo papastavros, director de rekios y carla rey, directora de 1/1 caja dearte



carla rey, fernanda cordero y sara slpichinsky


maria teresa bobbio, silvia ruiz


sara slipchinsky, juan carlos romero, alberto mendez y roger colom


pablo lehmann y marcelo boullosa

ricardo papastavros, pablo jantus , de arsomnibus, fernanda cordero y carla rey



obras de pablo lehmann
nota en arsomnibus

nota a carla rey y ricardo papastavros.
REKIOS



obra de adrian paiva en el consultorio de osteopatia de ricardo papastavros


obras de ana lia werthein


obras de juan carlos romero de la decada del 60

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